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1 dic 2009

PUERTO CERROJO

En el infierno que hemos sabido construir en Buenos Aires, se destaca glamoroso Puerto Madero, donde los semáforos son una barrera que irrumpe cada 100 o 200 metros. Uno nota que lo miran mientras ve lujosos edificios casi deshabitados y el merodeo de autos caros con vidrios polarizados. Menos mal que el profesor J.Bigshit vino a darnos una mano.
Puerto Madero nació en la década de los '90, al calor neoliberal del "uno a uno" entre el peso y el dólar. Es el barrio más nuevo y de los más caros de Buenos Aires, que al ritmo al que va en pocas décadas terminará por tener frontera terrestre con Uruguay. Las torres, edificios "inteligentes" y los condominios se han levantado donde antes proliferaron ratas de tamaño felino. Las "ratas gato" están hoy en la retaguardia después de haber sido las okupas de almacenes de estilo inglés abandonados luego de trasegar millones de toneladas de granos y mercancías durante buena parte del siglo pasado. Ya Fue.
El antiguo albañal es ahora un moderno y elegante espacio urbano de 2,1 kilómetros cuadrados, el equivalente al diez por ciento de la superficie de la capital argentina, que lo ha sumado como su barrio número 48. Es zona residencial, pero también centro de atracción turística. Alberga hoteles de lujo y varias multinacionales no han resistido la tentación de instalarse con sus oficinas.
Tengo otros comentarios que hacer, sobre todo acerca de la vecindad con la llamada "Reserva Ecológica", pero me contento con darle estos detalles al profesor J Bigshit, quien por fin se ha dignado a visitarme y dar un paseo por el lugar. Está conmigo en mi auto, cuando llevamos 15 minutos esperando que se restablezca el paso en el puente giratorio de la calle EEUU, uno de los accesos a Puerto Madero.
- ¿Para qué lo abren si no pasa ningún barco?, le pregunto a uno de los (¿cientos? de) agentes de Prefectura que deambulan por la zona.
- Es por mantenimiento, hay que moverlo de vez en cuando para que no se oxiden los mecanismos, me contesta.
- ¿Por qué lo abren en la hora pico de las ocho de la mañana en vez de hacerlo a la noche, que hay menos tránsito?, le grita uno con indignación desde un auto vecino cuando estaba por hacer la misma obvia pregunta.
- ....., dice el agente mientras anota algo en una libreta (y a uno se le hiela la sangre pensando que está escribiendo una multa ¿por pregunta insolente?). Por las dudas pongo cara de yo no fui.
Aclaro que no elegí a Puerto Madero como lugar de residencia, fue otro el que lo eligió para poner la oficina donde trabajo. No le conté a Bigshit mis penurias. Mucho menos me animé a pedirle ayuda. Di por descontado que no iba a aguantar las ganas de soltar algunos de sus sabios consejos o comentarios.
Cruzamos, por fin, y esperamos en el primer semáforo en rojo para permitir el paso de nadie. A los cien metros pasa lo mismo en otro y lo mismo a dos cuadras más. Una patrulla nos detiene, pide, revisa y aprueba los documentos del auto y mi registro de conductor. Le regalo un juego de fotocopias de toda esa documentación. Es la enésima vez que lo hago con otras patrullas/agentes que ya me han parado en estos años. Pero no hay caso, se les traspapelan, las pierden y vuelven a la carga con los originales. Yo me acuerdo de la cara y los nombres de varios agentes, pero ellos me olvidan. Siempre.
Nos bajamos del auto y empezamos a caminar. Bigshit escucha en silencio mis comentarios y explicaciones sobre la geografía barrial y las calles, que honran con justicia a célebres mujeres de esta patria. Está además un Puente de la mujer y temo que el profesor le de alguna interpretación anatómica. Pero sigue en silencio. No aguanto más y le advierto que estamos rodeados de cámaras de vigilancia, además de los agentes de la Prefectura Naval, que cada tanto aparecen solos o en parejas en calles semidesiertas, como la mayoría de los edificios de departamentos.
- Ellos están aburridos y vos paranoico, comenta el profesor.
Cada tanto pasan grupos de bulliciosos turistas, la mayoría brasileños, rumbo a la versión Madero de sus "churrascarías" y locales de "espeto corrido". Allí y acullá, en solitario o en parejas, hay gente que trota unos metros por delante del colesterol. A veces aparece un pequeño pelotón que corre con el mismo fin. Un contraste con el olor a parrillada de Siga la vaca (yo la sigo cuanto puedo y más).
En un semáforo, vemos a un señor con colorida guayabera escuchando salsa a todo vapor y al volante de una Hummer amarilla último modelo. Viene la luz verde y lo sobrepasa otro con finos bigotes a bordo de un Audi no se cuánto, color negro.
- Son los inversores extranjeros que han hecho grande a Puerto Madero, comento. Pero Bigshit no toma nota de mi sorna.
Una humareda de choripán nos da la bienvenida a la calle lindera con la "Reserva Ecológica". Aquí aumenta la tentación del colesterol y los trotadores aceleran el paso en un esfuerzo supremo: el olor es irresistible. Desde el pozo de su sabiduría, y mientras nos comemos unos choripanes con una salsa tan tóxica como esquisita, Bigshit me  recita los nombres científicos de los pájaros que sobrevuelan la reserva.
- Hay todo tipo de aves...musita asombrado.
- También lagartos y vívoras del litoral argentino que se han mudado a la capital. Hay de todo, le completo la frase.
- ¿Habrá ornitorrincos?
- En el proceso de formación de la reserva han tirado de todo donde antes había río y la gente se bañaba. Pero no creo que además de los calefones, cascotes y basura hayan tenido también a mano un ornitorrinco, le comento.
- Qué lástima, me dice.
                                                                          
Ya pasado el mediodía, con el choripán y su salsa en intensa combustión en mi barriga, emprendemos el regreso. Subimos al auto, paramos en un semáforo y luego en otro. Vuelvo a entregar copias de los documentos del auto y de mi regsitro a una patrulla que nos sale gentilmente al paso. Estallo y le pido que me calcule cuántos agentes de Prefectura por metro cuadrado puede haber en Puerto Madero. Bigshit se sumerge en una seguidilla de ecuaciones bicuadradas, derivadas e integrales que "toman en cuenta" -me dice- "el espacio-tiempo, el factor climático y el uso horario". Me pierdo en medio de la explicación. Pero Bigshit me da el resultado: hoy, con 28 grados centígrados a las 12.50, es decir las 15.50 GMT, con brisa del norte, hay dos agentes cada 250 metros cuadrados, si es que no me falla la teoría de los juegos no cooperativos. Por las dudas le doy la razón.  
Esta vez no hay mantenimiento del puente giratorio y salimos de Puerto Madero. Vamos por la autopista rumbo al aerpuerto de Ezeiza, donde Bigshit tomará un avión hacia Sidney, primera escala de un periplo científico por Australia, Nueva Zelandia y Tasmania. Quizá por eso preguntó por los ornitorrincos locales.  Le pido que me traiga un recuerdo de esas tierras y de inmediato me arrepiento: es capaz de traerme un Orotuto,  simpático homínido de Tasmania que además se caracteriza por su voracidad. En casa ya tengo suficiente con los animalitos que arrasan con la heladera.

1 comentario:

  1. Brillante ¡¡¡¡ Quiero un capítulo aparte sobre investigación de Bigshit acerca de los narcos que compran las nuevas propiedades en Porto M. Saludos. llv

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