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1 abr 2010

Bigshit, biografía no autorizada













J. Bigshit, científico, filósofo y profesor cuya celebridad le adeuda la Humanidad, aunque él no la reclama, nació en 1957 en Jacksonville (EEUU). Después de décadas en clandestinidad, se avino a darnos datos para su biografía. Pero en forma parcial, como en la foto.
J.Bigshit es hijo único de la cocinera tucumana Eloísa Sánchez y de padre sólo conocido por ella "y punto", como dijo ella hasta su muerte.
Eli, como la llamaban, bautizó a su hijo con el nombre de la ciudad en honor a su hospitalidad. El apellido lo eligió en homenaje a sus vecinos de Jacksonville y con la esperanza de darle popularidad a su hijo. Bigshit era la palabra más pronunciada en el barrio pobre donde vivía. Ya era tarde para buscar otro "last name" cuando ella descubrió su significado.
Le costó, pero en su infancia Bigshit aprendió a distinguir si alguien lo llamaba o profería un exabrupto. "Por lo menos no me llamó fuck you", comenta a este biógrafo con cierto alivio.
En su adolescencia, Bigshit resolvió evitar la fama a toda costa, única actitud de rebeldía contra su madre y que el científico aún mantiene a pesar de sus grandes descubrimientos.
A fuerza de amonestaciones y castigos, sus compañeros de estudio se acostumbraron a no estallar en risas y pedorras cada vez que el profesor de turno pasaba lista de los alumnos. Por convención, se resolvió llamarlo JB, que siempre fue muy popular entre sus compañeros. El daño colateral fue que varios de ellos cayeron en el alcoholismo.
A pesar de su insistencia, Bigshit no logró convencer a su madre de la necesidad de convertir su factoría doméstica de empanadas tucumanas en una actividad definitivamente empresarial, cosa que a su juicio hubiera terminado por consolidar la prosperidad económica familiar. Pero ella había traído consigo el pánico a la DGI argentina y "sabía" que el Fisco estadounidense era "bravo", como decía. Además desconfiaba del precario inglés que nunca pudo superar y se preguntaba cómo podría entenderse con sus eventuales empleados.
- ¿Cómo les explico los secretos ancestrales de la empanada tucumana y el deber moral de no divulgarlos sin mi autorización?, aducía.
- Para eso estoy yo, mamá, le contestaba Bigshit.
- Pero vos no tenés pasta para la química culinaria. Y además sos un bocón, decía ella y ahí terminaba la interminable discusión.
Bigshit recibió la mejor y más costosa educación, solventada con la venta de decenas de miles de empanadas.
A los 20 años ingresó con honores en una de las universidades más prestigiosas de EEUU (el científico ha exigido mantenerla en reserva). Rápidamente ganó popularidad por su calidez, sus ideas visionarias y sus ingeniosas elucubraciones. Aunque sus virtudes trajeron varios dolores de cabeza tanto a Bigshit como a las autoridades universitarias.
Al promediar su carrera en ciencias, en su condición de líder del centro de estudiantes y editor del periódico universitario, logró convencer al rector y el consejo de profesores de las ventajas de instalar una biblioteca en los sanitarios. Argumentó que la institución académica no podía darse el lujo de perder la ocasión de difundir el saber en todo momento. Y de paso combatir la recurrente costumbre estudiantil de aprovechar el uso del inodoro para leer revistas o pensar en los grafitis con los que luego adornaban las instalaciones sanitarias.
Las autoridades universitarias no le pudieron negar que preferían que los alumnos leyeran a Shakespeare, Fitzgerald o Lord Byron, por caso, en vez de la Penthouse o la Play Boy en el "tiempo muerto" de sus evacuaciones intestinales. Le dieron la razón. Sin embargo, fracasó en plasmar la idea de instalar atriles con libros frente a los orinales. Es un exceso académico, le refutaron.
La denominada "biblioteca sanitaria" comenzó relativamente bien y terminó muy mal. En pocos días, los estudiantes cambiaron las revistas por los libros. El problema era que la concentración en la lectura hacía que se formaran largas filas de gente con ganas de ir al baño. Todo terminó un día en que las probabilidades jugaron en contra y en la fila se juntó una poco habitual cantidad de angustiadas víctimas de diarrea. Los pasillos quedaron hechos un desastre y de un día para el otro se puso fin al experimiento educativo.
Décadas después, en determinado compartimiento de los sanitarios del claustro universitario sobrevive el grafiti: "To be or not to be, that is the question" al lado de otras leyendas bizarras.
La popularidad de Bigshit se mantuvo intacta. Pero su prestigio cayó en picada. Fue blanco de cierto rencor, el que aún hoy le guardan aquellos que sufieron la desgracia de hacerse encima por culpa del entusiasmo de los lectores.
De todos modos, la experiencia pasó a la posteridad como "La biblioteca sanitaria, una contribución a la educación popular", uno de los primeros ensayos magistrales de Bigshit.
Entre los grandes descubrimientos que el científico y filósofo se empeña en mantener en secreto y que apenas han trascendido de los ámbitos académicos se destaca el hallazgo, junto a su colega Thin Colon, de un ejemplar vivo de Orotuto, homínido travieso pariente de los Neardenthal que en la prehistoria pobló bosques y praderas de Tailandia y Tasmania. (para mayor información, pregúntele a Google).
El científico también oculta varias obras suyas a las que la Humanidad le adeuda su debido reconocimiento, entre ellas:
"La biblioteca sanitaria, una contribución a la educación popular", ensayo, 1969.
"La Biblioteca en el baño", nota resúmen del ensayo de 1969 que fue publicada con la firma de "Nimus Anon" en la revista Mecánica Popular de mayo de 1971.
"Dígalo con mímica", programa para radios universitarias que luego fuera bochornosamente plagiado con singular éxito por la televisión.
"De qué se ríen los chinos", ensayo en diez tomos auspiciado por una multinacional de artículos de belleza y por el Círculo Odontológico de New Jersey (Avellaneda, Argentina), 1980.
"Dónde van los peces cuando llueve", auspiciada por la Asociación de Armadores Pesqueros de Marruecos, 1989.
"Corroboración de las leyes de Murphy", 1990, el ensayo más corto de la historia científica (Murphy tiene razón, dice).
"El orotuto, homínido travieso y vecino al eslabón perdido", ensayo con el fundamento científico del valioso descubrimiento antropológico, 1992.
"Mil y una formas de reposar en una hamaca", libro de autoayuda en colaboración con el erudito paraguayo Aguaribay Benítez, 1998.
De momento, Bigshit se niega a autorizar la inclusión de otras de sus obras en esta biografía, que "no está autorizada", insiste.

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