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20 oct 2009

El inventor de la inflación


Se lo recuerda por haber incendiado a Roma al son de una lira y unos versos probablemente malos. Pero Nerón marcó otro hito con maniobras que son el primer antecedente histórico de las escaladas de precios y sus consiguientes trastornos económicos. (Ustinov lo interpretó de maravilla)
A diferencia de los imperios que la precedieron, Roma produjo muy poco de todo. Nunca fue un centro internacional de comercio, sino un importador de riqueza, de acumulación de poder, lujo y burocracia. Fue una capital política y financiera: importaba ganancias y tributos a cambio de muy poco. Pero fue también el primer imperio de alcance mundial en base al dinero, que ocupaba un lugar sagrado en muchos templos. Sobre todo los dedicados a Juno, la diosa que reinaba en el cielo y representaba el genio de la femeneidad. Era la patrona de las mujeres, del matrimonio y de la procreación. Y terminó siendo también la protectora de Roma. Los designios de Juno avisaron a tiempo a los romanos para evitar una invasión de los galos en el siglo IV antes de Cristo. La diosa recibió así el apodo de "moneta", que en latín antiguo significa "poner sobre aviso". De "moneta" viene moneda y las palabras inglesas "money" (dinero) y "mint" (acuñar). También gracias a Juno, el dinero resultó ser muy cercano a la divinidad y a lo femenino.
Roma alcanzó su auge económico durante el reinado de Marco Aurelio. Su decadencia, gradual a lo largo de centurias, empezó cuando llegó a su máxima expansión. Terminó siendo imposible para el imperio mantener las colonias, debido a que el gasto militar fue superado por el dispendio. Los emperadores romanos no se manejaban con un presupuesto, sólo unos pocos promovieron el ahorro. Casi todos gastaron todo en aquello lujoso que se pudiera conseguir. La adquisición de cada nuevo reino proporcionaba un salto en los ingresos que los emperadores se encargaban de dilapidar en lujos y cortesanos burócratas. A la moneda la inventó Creso, rey de Lidia, y los griegos difundieron después la economía monetaria por el Mediterráneo. Pero fue Roma la que la expandió por todo el mundo.

Nerón no sólo tocaba la lira

En el año 269 AC, los romanos comenzaron a acuñar en el templo de Juno una moneda de plata a la que llamaron denario y que llevaba la efigie de la diosa y su apodo "moneta". Del templo de Juno afloraban las monedas como un arroyo incesante, al calor de las riquezas en oro y plata que las legiones militares llevaban a Roma. Del término latino "correre", que significa "correr" o "fluir", deriva lo de cuentas "corrientes" y las palabras inglesas "currency" (moneda o divisa) junto con las relacionadas current, courier y correo. Pero los gastos y el dispendio de Roma también corrían con los años en una espiral ascendente. Los emperadores se empeñaron en ganar más territorios a los que cobrarles impuestos y sacarles riquezas que terminaban gastando a manos llenas. Y fue Nerón el primero en manipular la acuñación de moneda para paliar el déficit. En el año 64 de nuestra era, disminuyó el contenido de plata de los denarios e hizo levemente más pequeño el tamaño de las monedas de ese metal y de los "áureos", las de oro. Nerón las retiraba de circulación, las fundía y volvía a acuñar con su retrato para sacarlas nuevamente al mercado. La libra de plata que antes producía 84 denarios le dio 96, con lo que el emperador logró "utilidades" del 15 por ciento. Con la cantidad de oro que usaba para hacer 40 "áureos" fabricó 45. Durante su reinado, Nerón aplicó varias veces esta fórmula. El contenido de plata de un denario se redujo en un diez por ciento y el ejemplo inflacionario fue seguido al pie de la letra por sus sucesores. Para la época de Marco Aurelio (161-180 DC) el denario tenía un 75 por ciento de plata. A fines del siglo II, el emperador Cómodo lo había llevado a un 67 por ciento. Su sucesor, Lucio Séptimo Severo, resolvió aumentarle el salario a los soldados y como escaseaban los fondos rebajó la proporción de plata del denario a la mitad. En el curso de dos siglos, el denario terminó casi sin vestigios de plata. La cantidad de plata que antes de la treta de Nerón servía para hacer un denario daba 150 monedas y el precio de los bienes había subido en igual proporción. Los comerciantes no tardaron en darse cuenta de que el Estado romano les hacía trampa. El precio del trigo, por ejemplo, se triplicó en dos siglos. Las milicias romanas que ocupaban las colonias tardaron lo suyo, pero cuando se dieron cuenta del engaño comenzaron a cobrarse sus botines de antemano y a girar cada más menos impuestos a la metrópoli.
Nerón no sólo incendió a Roma sino también a la economía. Los historiadores no han investigado si hizo una cosa antes que la otra o la dos al mismo tiempo.

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